Arabia Saudí es el mayor exportador de petróleo del planeta. Tiene la segunda mayor reserva conocida de crudo y la quinta mayor reserva de gas natural, lo que lo ha consolidado como una de las mayores potencias económicas. Actualmente su economía depende profundamente del petróleo. Esta industria sostiene el 40% de su producto interior bruto y el 90% de los ingresos obtenidos por las exportaciones, por lo que es evidente que necesita diversificar su economía en previsión de la muy probable pérdida de relevancia a medio plazo del petróleo.
En 2016 el Gobierno saudí puso en marcha un plan conocido como «Saudi Vision 2030» que perseguía diversificar su economía con el propósito de reducir su profunda dependencia del petróleo, y, en menor medida, del gas natural. Su finalidad era lograr su objetivo desarrollando otros sectores que a priori tenían un gran potencial, como el turismo, el entretenimiento, la educación o la salud. Sin embargo, desde entonces la dependencia de su economía del petróleo apenas se ha visto alterada, por lo que este plan está aún lejos de alcanzar su propósito.
Esta es la razón por la que probablemente el Gobierno saudí dio un giro de timón a principios de 2024. Y es que el príncipe Mohamed bin Salmán, que ejerce como Primer Ministro del país y también como presidente del Consejo de Asuntos Económicos y de Desarrollo, anunció la creación de una compañía pública conocida como Alat. Su propósito es conseguir que esta empresa se consolide como un centro de producción global especializado en tecnología avanzada y electrónica, y para lograrlo el Gobierno planea dar empleo en 2030 a 39.000 personas.
Conseguir la luz verde de EEUU tiene la máxima prioridad
Arabia Saudí ha mantenido una relación comercial estrecha con China durante varias décadas. Esta complicidad ha colocado a este país en una posición nada ventajosa ante EEUU en una coyuntura en la que el Gobierno liderado por Joe Biden está haciendo todo lo que está en su mano para impedir que los semiconductores avanzados que producen NVIDIA, AMD o Intel, entre otras empresas, lleguen a China.
La sospecha de EEUU es un grave obstáculo en el camino de Arabia Saudí hacia la diversificación de su economía
El paquete de sanciones de EEUU que entró en vigor el 16 de noviembre de 2023 colocó a Arabia Saudí en la misma lista negra en la que reside China. La Administración estadounidense conoce las estrechas relaciones comerciales que mantienen estos dos países, de modo que el Departamento de Comercio temía que si NVIDIA y otras empresas estadounidenses vendían sus chips de vanguardia a Arabia Saudí finalmente acabasen llegando a China. Esta sospecha es un grave obstáculo para este país árabe en la medida en que dificulta su plan para reducir su dependencia del petróleo y afianzarse como un centro de producción global especializado en alta tecnología e inteligencia artificial (IA).
Arabia Saudí necesita las GPU H100 y H200 para IA, y EEUU se está planteando dar luz verde a NVIDIA para que se las venda. Eso sí, para salir de la lista negra Arabia Saudí tiene que romper sus lazos comerciales con China y garantizar a EEUU que las empresas del país de Xi Jinping no tendrán acceso a los servicios de IA en la nube que en el futuro ofrecerán las compañías de Arabia Saudí. Actualmente este país está introduciendo las medidas necesarias para cumplir los requisitos de seguridad de EEUU y obtener acceso a las GPU H200 de NVIDIA. Ya veremos si la complicidad que han mantenido Huawei y Arabia Saudí durante los últimos años resiste las exigencias de EEUU.
Imagen | Hatice
Más información | Semafor
En Xataka | China se rebela frente a las sanciones que prepara Países Bajos. Acusa a EEUU de estar detrás de todo