La legislación, sin duda, está impulsando la electrificación. Pero tenemos que ser honestos, no hay mucha demanda, los clientes son conservadores al considerar una compra así
Las palabras son de Frank-Steffen Walliser, presidente y director ejecutivo de Bentley. Las pronunció, recogen en Bloomberg, en una videoconferencia con periodistas a los que explicó que la compañía de vehículos de lujo había retrasado sus planes con el coche eléctrico.
Hasta ahora, los planes de la compañía británica pasaban por acelerar la electrificación hasta el punto de vender exclusivamente coches eléctricos a partir de 2030. Antes, desde 2025 esperaban lanzar al mercado un coche eléctrico cada año.
Adrian Hallmark, entonces CEO de la compañía, defendía la estrategia asegurando que «este es un cambio profundo para la industria y queremos liderar ese cambio. No nos asusta, nos inspira . Lo más importante no es solo fabricar coches eléctricos: tenemos que fabricar Bentleys. Tenemos que tomar 100 años del ADN de Bentley y ponerlo en un contexto moderno», como recogían en Motorpasión.
Con el paso del tiempo, el impulso hacia lo eléctrico ha perdido fuerza. De momento, el primer coche eléctrico de Bentley no llegará hasta 2026. Será un SUV eléctrico más pequeño que el actual Bentley Bentayga. A partir de entonces, aspiran a seguir lanzando un modelo cada año pero se combinará la tecnología eléctrica con opciones híbridas enchufables.
Estas opciones electrificadas se combinarán, además, con motores puros de combustión, como la que debería aparecer el próximo año para el Bentley Bentayga.
No es coche para millonarios
La transición al coche eléctrico está poniendo en duda qué planes debe seguir una compañía como Bentley en los próximos años. «Los híbridos enchufables seguirán con nosotros a mediados de la década de 2030. En algunos lugares, la adopción será más lenta y llegará pasado 2035«, subrayaba Walliser en la charla con los periodistas, según el diario económico.
Con sus declaraciones, el presidente de Bentley hacía referencia a las normativas de emisiones que prevé mantener la Unión Europea. Con ellas aspira a reducir sensiblemente el volumen de emisiones contaminantes en 2030 y prohibir todo motor de combustión que no sea neutro en carbono a partir de 2035.
Estas medidas presionan claramente a las empresas para adoptar la electrificación en Europa. De hecho, a partir de 2030, vender un vehículo con motor de combustión que no sea neutro en emisiones de carbono será harto complicado o muy costoso. Por cómo se evalúan los niveles de emisiones, solo los híbridos enchufables podrán cumplir con una normativa que debería situarse en 42,75 gr/km de CO2.
Estas presiones políticas están teniendo un especial rechazo entre los clientes más adinerados. Mercedes está comprobando cómo su EQS, que debía abrir un nuevo camino en la compañía, no está teniendo la acogida esperada y han anunciado que seguirán invirtiendo en motores de combustión. Declaraciones muy parecidas hemos escuchado recientemente en Pagani.
Pero el más crítico ha sido, curiosamente, quien debía estar más beneficiado por este tipo de políticas. Mate Rimac, mandamás de la compañía que lleva su nombre, aseguraba que las nuevas regulaciones europeas «nos imponen cosas que no queremos», lo que ha supuesto un rechazo a su superdeportivo eléctrico que ahora no encuentra compradores.
Durante una charla informal de Xataka con responsables de Lamborghini también nos insistieron en el mismo sentido. La percepción de las grandes compañías es que sus clientes quieren lo más exclusivo y eso pasaba por los W8 o W12 que Bentley dice que dejará de producir con el paso del tiempo.
Antaño, la exclusividad pasaba por motores enormes con potencias muy distanciadas del resto del mercado. Los motores eléctricos han cerrado la brecha con los vehículos de superlujo, ya que ahora es más barato y accesible poner en el mercado coches con cientos de caballos de potencia.
Si el vehículo eléctrico se populariza, es más probable que la verdadera exclusividad llegue con los motores de combustión. No sólo será una cuestión de potencia, contar con un gran motor que funcione con combustibles sintéticos u otras alternativas, como el hidrógeno, pueden aumentar el aura de estos modelos y permitir que una compañía los sitúe en lo más alto de su gama, cobrando todavía más dinero por ellos.
Bentley, de hecho, espera que el mercado tienda todavía más hacia lo exclusivo y personal. En su reunión con periodistas, el responsable de la compañía confirmó que se había hecho «la mayor inversión de la historia de Bentley» (aunque no se ofrecieron datos numéricos) en modernizar y mejorar los talleres de diseño, montaje y pintura, claves en sus programas de personalización. Decisiones que también siguen otras compañías como Ferrari o Rolls-Royce.
A todo lo anterior hay que añadir que, aunque de tirada muy limitada, los fabricantes de vehículos de lujo tendrán que lidiar con enormes multas a partir de 2025 o cobijarse en sus propios grupos automovilísticos para salvar estos castigos económicos. Esto abre la puerta a elevar los precios de los vehículos de combustión pura pero también obligará a las compañías a girar hacia los híbridos enchufables para tratar de reducir la cuantía final de estas posibles sanciones.
Foto | Bentley
En Xataka | Del V12 atmosférico al superdeportivo eléctrico: las marcas de lujo quieren sus propias reglas