Menos de una semana. Ese es el tiempo que tiene la Comisión Europea para presentar su propuesta con los aranceles que espera cobrar a los coches eléctricos que vengan desde China. Una medida que se ha puesto para frenar la entrada de coches chinos a nuestro continente con un precio inferior a los vehículos locales, alegando que son las ayudas estatales los que permiten esto.
La decisión, eso sí, también afectará a los fabricantes europeos que traen desde China sus coches eléctricos. Vehículos que son más baratos de fabricar en Asia y que ha provocado la presión de buena parte de la industria a los Gobiernos de España o Alemania para que se muestren contrarios a los mismos.
La autoprotección del mercado europeo, sin embargo, parece complicada de frenar, pero China está presionando todo lo que puede para reducir los esperados aranceles o castigar a los Estados donde se han mostrado más favorables a levantar este tipo de barreras comerciales.
Hay que recordar que, en estos momentos, los coches que llegan de China pagan un arancel del 10%. A esta cantidad hay que sumar el derecho compensatorio impuesto por Europa a cada una de las empresas, en función de su colaboración durante la investigación de los subsidios chinos y la ayuda recibida. Por ejemplo, BYD tiene que aplicar un derecho compensatorio del 17.4% pero SAIC se va hasta el 37,6%.
Estas cifras son temporales y serán recalculadas en un escenario en el que, se rumorea, los aranceles a coches eléctricos llegados de China pueden elevarse hasta el 35%. Sería una medida salomónica ya que, sumando ambos gravámenes actuales, BYD estaría en un 27,4% y SAIC en un 47,6%. La gran duda es qué sucederá con empresas como Tesla, Dacia, Volkswagen, Mercedes o BMW. En estos momentos, Tesla sólo ha recibido un derecho compensatorio del 9% por el Tesla Model 3, por lo que una subida hasta un 35% pondría al vehículo en una situación complicada.
Ante todo este contexto, China está presionando todo lo que puede a su compañía para que, de momento, detengan sus planes en Europa. El Gobierno sabe que tiene fuerza a la hora de presionar a sus marcas y quiere influir en los países que han votado o votaron (en un primer momento) a favor de los nuevos aranceles. Pero, al mismo tiempo, los fabricantes chinos mantienen sus intenciones de entrar en un mercado que les puede ser muy rentable.
Jugando en arenas movedizas
Viendo todos los movimientos del Estado chino desde hace más de dos décadas, está claro que el país ha hecho todo lo posible para ponerse en una situación de ventaja competitiva frente a Occidente en la producción de coches eléctricos.
Han tomado posiciones hasta dominar la cadena de suministro, lideran la producción de baterías de coches eléctricos y han pusieron suelo y recursos a disposición de los fabricantes europeos siempre y cuando éstos se asociaran con las compañías locales. Éstas podían aprender de sus conocimientos al tiempo que los primeros fabricaban a un precio mucho más barato y podían operar en un mercado que ahora les está dando la espalda.
Ahora, pese a ser el país que más coches eléctricos compra, China tiene una sobreproducción de automóviles a los que tiene que dar salida. Estados Unidos ha quedado descartado con unos aranceles del 100% ya aprobados y un veto total en marcha. Japón no compra los eléctricos suficientes y su rivalidad histórica no parece tender puentes entre países.
Europa, con políticas que empujan a la adopción de esta tecnología, es el mercado más atractivo. Sus fabricantes pueden sacar muchísimo rendimiento económico a unos coches fabricados y desarrollados a muy bajo coste. Venderlos miles de euros por debajo de sus rivales les permite pese a todo sacar un enorme beneficio por unidad matriculada.
No es casual que los fabricantes chinos estén intentando llenar el mercado de vehículos antes de rendir cuentas con los nuevos aranceles, aunque sea con automatriculaciones a las que luego hay que dar salida.
Pero, además, desde el Gobierno chino están presionando a sus propias compañías para que levanten el pie en su expansión europea. Para salvar los aranceles, un buen puñado de fabricantes se ha lanzado a la compra de instalaciones en suelo europeo o en países con tratados comerciales favorables. BYD ha apostado por Hungría y, todo indica, que por Turquía. Chery ha hecho lo propio en España. Dongfeng está en conversaciones con el Gobierno italiano.
O lo estaba, porque según Bloomberg, el Estado chino está presionando a esta marca y a otras de menor nombre que pausen sus negociaciones. Hay dos intereses. El primero es llegar a un acuerdo con la Unión Europea para rebajar la cuantía de los aranceles y no entrar en una guerra comercial. El segundo es castigar a los países que apoyaron o todavía se muestran favorables a los aranceles a los coches eléctricos chinos.
Alemania y España son buenos ejemplos de cómo las presiones chinas han surtido efecto. En el primer caso, la dependencia china de Alemania es total y va más allá de la automoción. En este último sector, han sido las propias compañías germanas las que han pedido que se niegue a la aprobación de estos aranceles por temor a posibles represalias en el país asiático. Una súplica que fue escuchada por el Gobierno alemán, que votó en contra en el Parlamento Europeo.
También España ha sucumbido a las presiones chinas. Nuestro país, que se mostró favorable a los aranceles en un primer momento, fue amenazado con levantar barreras comerciales a las importaciones de cerdo en China. Poco después, Pedro Sánchez y Xi Jinping, máximos mandatarios de ambos países, se reunieron en China. El mandatario español suavizó el mensaje. Al mismo tiempo, Chery confirmó que retrasaba sus planes en Barcelona y, finalmente, España se abstuvo en la última votación.
Italia es, ahora, la última amenazada por China. Como decíamos, Dongfeng estaba en conversaciones con el Gobierno italiano para fabricar en el país. Un movimiento que se recibiría con los brazos abiertos desde Italia, con Stellantis reduciendo su producción en el país y amenazando con seguir rebajando su volumen de coches fabricados en Europa para adaptarse a la nueva normativa de emisiones.
Changan, otro gigante chino, tenía esta misma semana un evento de presentación en Milán para celebrar su desembarco en suelo europeo. Ese evento (y su llegada a Europa) ha sido retrasado sin nueva fecha en el horizonte, tras las peticiones del Estado chino a la compañía, según el diario económico.
Es el último capítulo de una guerra comercial soterrada que tiene a Europa y China peleando por conseguir las posiciones más ventajosas para cada una de las regiones. China necesita vender sus coches en Europa y Europa necesita que los precios de los coches eléctricos caigan un poco para convencer a nuevos clientes y cumplir con los objetivos climáticos propuestos.
De momento, China ha conseguido que Alemania y España cambien sus posiciones. Está por ver si Italia sigue el mismo camino.
Foto | Unión Europea y Stellantis
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