Hace cosa de un año me hice unos tests cognitivos. Todas las pruebas salieron razonablemente bien, menos las que tenían que ver con la memoria de trabajo. Soy básicamente Dory de ‘Buscando a Nemo’.
Desde entonces me tomo mucho más en serio la moda del segundo cerebro: subrayar, anotar y archivar digitalmente todo lo que me pueda servir en el futuro para liberar espacio en la memoria a corto plazo, uno de mis recursos más finitos.
Hacen falta estructura y orden para tener un segundo cerebro verdaderamente funcional y no un cajón de sastre inabarcable, pero un yonqui de Internet que recibe un bombardeo constante de información a través de vídeos, artículos, tuits, newsletters y pódcasts necesita anotarlo todo para que la información no se acabe esfumando de la memoria.
En general, solo hay dos cosas que no se me olvidan nunca: el teléfono de la casa de mi abuela (aunque mi abuela ya no esté para descolgarlo) y los anuncios de la tele que veía de pequeño; especialmente los de jet extender. Todo lo demás lo tengo que anotar si pretendo conservarlo.
Por suerte, tomar notas de forma activa me ayuda a procesar y consolidar mejor la información, algo que cualquier estudiante habrá comprobado por sí mismo. Con un ancho de banda tan pequeño como el mío, la idea es subrayarlo todo.
Subrayar, anotar y archivar
No sigo un método específico para anotarlo todo, ni tengo una base de datos perfectamente indexada en Notion u Obsidian, como los gurús de la productividad, pero hago una cosa que se podría definir como un Getting Things Done (GTD) para holgazanes.
El primer paso es recoger toda la información que llama mi atención o me puede servir para algo en la app que tenga más a mi alcance. Este matiz es importante porque me ayuda a evitar el cajón de sastre del que hablaba más arriba. ¿A qué me refiero con la aplicación que esté más a mi alcance?
Libros. Normalmente, los ebooks y artículos más largos los leo en mi Kindle antes de dormir. Si veo algo interesante, en vez de irme al móvil y copiar la cita en una app de notas, la subrayo con la función de subrayado del propio Kindle, que también admite anotaciones.
El texto subrayado y las anotaciones se sincronizan a través de la nube de Amazon con la app de Kindle de todos mis dispositivos, así que las tengo siempre a mano para procesarlas más adelante.
Pódcasts. Con los pódcasts hago lo mismo. Hay una app que se llama Snipd que mezcla las funciones clásicas de un reproductor de pódcasts con transcripciones generadas por inteligencia artificial que se pueden subrayar y anotar. También hace resúmenes, capítulos automáticos y otras cosas que la IA empieza a habilitar en muchas aplicaciones.
Lo más interesante es que las anotaciones se sincronizan con Readwise, Notion, Obsidian y otras apps de notas populares. En mi caso uso Obsidian porque es gratuita, pero Readwise tiene funciones interesantes para estos propósitos, como hacer anotaciones en artículos y PDFs.
Vídeos. También existen servicios para hacer anotaciones sobre vídeos de YouTube, pero hasta que Google no saque su propia herramienta, lo que hago es copiar las partes que me interesan de la transcripción automática, que está disponible en todos los vídeos de la plataforma junto a la descripción.
Si son vídeos largos, se pueden resumir con Copilot de Microsoft Edge o ChatGPT, ambas gratuitas. Una indicación útil en estos casos es pedirle a la IA: «enumera todo lo que dice el vídeo sobre (tema concreto que me interesa)». Al igual que los extractos de los pódcasts, los extractos de los vídeos van a parar a Obsidian.
Tuits. Si lo que veo es un tuit que me puede servir para un artículo en el que estoy trabajando o el guion de un pódcast, lo guardo directamente en mi cuenta de X con la opción de elementos guardados (o «bookmarks»).
Lo mejor de X es que, además de sociópatas insultándose, hay expertos de todo tipo publicando en pocos caracteres razonamientos que en formato pódcast, vídeo o ensayo requerirían horas de escucha y atención.
Webs. Ya no uso RSS, pero el formato de contenido que más consumo siguen siendo los artículos web. He probado de todo para subrayar y anotar webs, incluidas las herramientas de web clipping avanzadas de Notion y OneNote, pero me quedo con… Telegram.
Telegram es una de las aplicaciones que más uso en mi día a día. Cuando me di cuenta de que la consultaba más veces que a las apps específicas de tareas y recordatorios, empecé a guardar allí enlaces y anotaciones.
Si se me ocurre algo que quiero recordar, lo apunto en «Mensajes guardados». Cuando veo una noticia para Xataka, pego el enlace en un grupo privado que se llama «Xataka». Si se me ocurre un titular o una anotación sobre el tema, la apunto como una respuesta a ese enlace.
Tengo decenas de grupos en Telegram conmigo mismo para este tipo de anotaciones. Tengo uno para cada pódcast que grabo con mis compañeros. Tengo varios con mi mujer para cosas como «Restaurantes de Málaga» y «Películas». Y conozco a mucha gente que hace lo mismo, solo que en WhatsApp.
Recuperar, volcar y procesar
Una vez que tengo todas estas anotaciones dispersas por Kindle, Obsidian, X y Telegram, toca procesarlas.
Cuando lo que quiero es agrupar páginas web por temática (para un artículo que estoy escribiendo o el guion de un pódcast), uso OneTab, una extensión del navegador que lo único que hace es archivar las pestañas abiertas.
Si estoy escribiendo un artículo y quiero documentarlo con extractos de diferentes fuentes, uso Obsidian para estructurarlo todo en un borrador. El proceso es tan rudimentario como sencillo: busco las anotaciones que he ido almacenando en otras apps, las vuelco en el borrador con cierto orden y amplío con lo que quiero escribir.
Obsidian no tiene mucho misterio. Tiene un buscador muy rápido, que me permite acceder rápidamente a todas mis anotaciones, y funciona con Markdown, el lenguaje en el que doy formato a artículos como este.
Antes usaba Notas de Apple, pero me acababa arrepintiendo cuando, por la razón que fuera, pasaba temporadas en Windows y Android.
Imagen | Dalle 3
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