Ya lo hemos visto en otras ocasiones. Sin ir más lejos, ante el imparable crecimiento de los divorcios en España empezó a cotizar al alza un nuevo negocio de despedidas de casado. Sin embargo, la noticia que nos lleva a China es diferente. Allí los matrimonios han caído al mínimo en 36 años y el número de divorcios se cuenta por millones al año. Tanto, que ha florecido un mercado insólito.
Una “morgue” de fotos de boda. En un país donde cada año aumentan las cifras y se producen millones de divorcios, muchas instantáneas y recuerdos matrimoniales terminan en el ático o, en el peor de los casos, tirados a la basura. Pero son tantos millones de parejas las que se divorcian, que Liu Wei, antiguo trabajador de una empresa farmacéutica, vio el filón.
El hombre ha levantado un negocio donde no le sobra el trabajo, más bien todo lo contrario. Como el mismo lo define: “somos un crematorio de esas fotos cuando terminan su ciclo de vida”. Sí, se dedica con su equipo a destruir fotos y cualquier rastro de lo que una vez fue felicidad y amor entre dos personas.
La intrahistoria. En realidad, viene de lejos. Entre 2016 y 2020 hubo más de 4 millones de divorcios al año. En 2021, la tasa de divorcios que se vivía en China era tan exagerada que el gobierno se reunió para buscar una solución. Entonces se introdujo una ley para mantener unidos a los matrimonios infelices y obligarlos a someterse a un período de «enfriamiento» de 30 días antes de finalizar el divorcio.
¿Funcionó? Bueno, algo hizo porque se redujo la tasa de divorcios a menos de tres millones al año desde 2021. En la actualidad, y para situarnos en perspectiva, alrededor de 1,3 millones de parejas chinas ya se han divorciado en la primera mitad de este año. Eso, obviamente, sigue siendo una ingente cantidad de parejas que se separan, y no solo físicamente.
Quieren terminar con todo rastro del pasado marital.
Las fotos XL. ¿Qué ocurre cuando la imagen de la felicidad de la boda (y el resto que se acompañan) ya no se necesitan? En un país como China, tirar las fotos está fuera de cuestión, sobre todo en grandes ciudades con estrictas normas de clasificación de residuos. Plus: la privacidad, que allí es una preocupación en alta estima. Y si se te pasa por la cabeza simplemente quemar las fotos, tampoco. El “crematoria” de instantáneas de personas está muy mal visto en el país y se considera de mala suerte en la superstición china, incluso para los cónyuges separados.
Y hay un problema añadido. Durante mucho tiempo y a medida que China se ha enriquecido y la clase media ha florecido, las sesiones de fotos previas a la boda se han convertido, de algo común, a algo monstruoso, literalmente. Las parejas no solo terminaban con un álbum, lo hacían también con versiones enormes a tamaño natural que se exhibían en la recepción de la boda y luego pasaban a las casas. ¿Qué demonios hacer con esa versión sonriente y acartonada a tamaño real de tu expareja?
El señor lobo de las fotos de casado. Y es aquí donde aparece la figura de Wei. Al parecer, en el año 2022 y tras huir de su antiguo trabajo, montó un negocio como triturador profesional de documentos y otra información personal en un almacén de una fábrica en Langfang, al sur de la capital. Sin embargo, a principios del año pasado vio “la luz” con las cifras de divorcio.
Como le ha explicado al Washington Post, envío un video promocional en Douyin, la versión china de TikTok, mientras sus compañeros de trabajo pisaban y saltaban sobre algunas fotos enmarcadas para mostrar cómo algunos materiales duraderos, como el cristal, la madera o el metal, pueden ser demasiado duros de romper en casa. “Solo envíen las fotos… y las haremos desaparecer por completo, como si nunca hubieran existido”, decía. El clip tuvo más de un millón de vistas, y el negocio de Liu despegó.
Proceso de destrucción del “amor”. Según ha explicado, en estos momentos la destrucción de fotos representa más del 95% de su negocio, y alrededor del 80% de esas fotos son de bodas, pero también destruyen otros objetos. Cuando llegan los paquetes a la fábrica, graban un vídeo en el que se abren las cajas y se cuentan y pesan los artículos para determinar el precio. Además de fotos, las cajas contienen toallas, ropa de cama o incluso diarios.
Para la destrucción de las fotos primero pintan con aerosol rostros y rasgos distintivos como tatuajes, piercings o discapacidades físicas con pintura oscura, en parte para proteger la privacidad del cliente y, a veces, para asegurarse de borrar doblemente los recuerdos. Algunos clientes piden un color en particular y otros piden patrones a modo de talismán taoísta para «exorcizar la toxicidad». Lo que no puede pasar por la trituradora, pasa por un mazo.
Un final en vídeo. Finalmente, el equipo de Liu envía a su cliente un vídeo de todo el proceso, a veces con una banda sonora de tono optimista, antes de que los escombros se envíen a una planta de conversión de residuos en energía donde se convierten en biocombustible. “Todo se maneja con responsabilidad”, explica Liu, y agrega que algunos clientes encuentran “valor terapéutico” en el servicio.
El hombre ha explicado también que algunas personas, especialmente en pueblos pequeños, conducen a otra ciudad para enviar sus fotos por correo, preocupadas de que puedan convertirse en chismes para los vecinos. El divorcio sigue estando estigmatizado en muchas regiones menos desarrolladas y/o comunidades unidas, especialmente para las mujeres. En otros casos, algunos clientes se acercan a la fábrica para participar ellos mismos en la pintura con aerosol y presenciar el aplastamiento, “tal vez para una catarsis emocional adicional”, explica Liu.
¿Y si alguien se arrepiente? Por supuesto, también es posible un arrepentimiento de última hora. En esos casos, la empresa para el proceso si es posible. De hecho, han tenido casos donde se pide una destrucción urgente y 24 horas después reciben una llamada suplicando detener todo porque, las cosas del amor, la pareja en cuestión se ha reconciliado.
En estos casos, suponemos que la parte contratante no ha contado a la pareja el proceso que tenía en marcha, por el bien de esa futura convivencia.
Imagen | Bohan, Sigismund von Dobschütz
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