Cuando la fragata USS Constitution se deslizó por primera vez hacia las aguas del Atlántico, George Washington aún estaba vivo, en España reinaba Carlos IV y Beethoven era un veinteañero que se abría camino en Viena. Cualquiera de los tres pasó a mejor vida hace más de siglo y medio. El USS Constitution no. Ni planes tiene de hacerlo. Botado en 1797, se considera a menudo el buque de guerra más antiguo del mundo que sigue aún a flote… y activo, con su tripulación de marines.
Su historia está ligada a la de los propios EEUU. A finales del XVIII, 18 años después de la proclamación del Acta de Independencia de las trece colonias y pasada solo una década de la firma del Tratado de París, la joven nación decidió reforzar su músculo naval. Antes de cortar su vínculo con Inglaterra disfrutaba de la protección de la Marina Real Británica, pero una vez emancipada necesitaba su propia flota para protegerse de piratas o ataques de armadas extranjeras.
Consciente de ese riesgo en 1794 el Congreso de EEUU dio luz verde a la construcción de seis buques de guerra, las conocidas como “fragatas originales” de la Armada estadounidense. A lo largo de los años siguientes dedicó esfuerzos y una inversión considerable para la época que permitió dar forma a los buques United States, Constellation, Chesapeake, Congress, President… y Constitution, que se ensambló en el astillero de Edmund Hartt, en el North End de Boston. Las obras arrancaron en el mismo 1794 y el navío acabó botándose unos años después, en octubre de 1797.
Una historia bicentenaria
No tuvo que esperar mucho por una oportunidad que le permitiera demostrar su potencial. Al año siguiente se movilizó durante la conocida como Cuasi-Guerra entre Francia y EEUU (1798-1800) y no mucho después se midió con piratas en aguas del Mediterráneo durante la Guerra de Trípoli.
Su gran gesta —recuerda el National Park Service— llegó sin embargo algo después, en 1812, cuando derrotó a cuatro fragatas británicas en tres combates. La gran robustez de su casco de roble, aparentemente impermeable a los cañonazos, le ganó un apodo con el que todavía hoy se le conoce: Old Ironsides. Se calcula que el buque conserva todavía entre el 10 y 15% de su madera original. Los tablones de roble fueron parte esencial del material que se usó en los 90 durante su restauración.
A lo largo de las décadas siguientes el Constitution se sometió a reparaciones y reformas, buena parte de ellas en Charlestown Navy Yard. Sus múltiples cuidados no evitaron que hacia 1830 el buque estuviese tan deteriorado que se recomendase su desguace, un destino del que se salvó en gran medida por su valor simbólico, alimentado entre otros por el escritor Oliver Wendell Holmes en su poema ‘Old Ironsides’. Gracias a ese empuje, la fragata se reconstruyó, serviría aún en el Atlántico, Mediterráneo y Pacífico y llegaría a capturar al buque esclavista HN Gambrill.
En la década de 1860 se destinó a entrenamientos en la Academia Naval de Estados Unidos y tras otra puesta a punto regresó a Boston para servir como barco de recepción. Desde principios del siglo XX es una joya histórica con su propio museo que conecta con los orígenes de la propia nación, ha llegado a moverse por decenas de puertos y recibe una intensa afluencia de turistas.
Su base está en el mismo Charlestown Navy en el que se había remozado, lo que no le impidió en 2012, por ejemplo, volver a surcar las aguas para conmemorar el bicentenario de la probablemente haya sido su mayor gesta: la victoria frente a la fragata de origen galo y 38 cañones HMW Guerriere.
Su longeva historia, que pasa ya de los 225 años, convierte al USS Constitution, precisa la enciclopedia Britannica, en el buque de guerra comisionado y a flote más antiguo del mundo, más incluso que el HMS Victory, que si bien data de 1765 se conserva en un dique seco en Portsmouth. Las autoridades del país lo identifican de hecho como el decano en activo de su Armada.
En cuanto a sus características, el Constitution mide 62 metros, desplaza cerca de 2.200 toneladas y sus armas tienen un alcance de 1.100 metros, una fragata de tierra notable en la que los EEUU invirtieron en origen más de 300.000 dólares. A bordo solía llevar más de 50 cañones.
Un decano de los mares al que cantó en su día Wendell Holmes como «águila del mar». Hoy actúa como un museo, una ventana abierta al siglo XVIII.
Imágenes | Chris Rycroft (Flickr) y Official U.S. Navy Page