Las alturas siempre nos han fascinado. Sea por motivos religiosos, políticos, urbanísticos o estratégicos, construir a cierta altura ha sido algo natural para la humanidad desde hace ya unos cuantos siglos. Algunos de los templos y lugares de meditación más imponentes están a unos cuantos cientos de metros sobre el nivel del mar. Un ejemplo es la imponente montaña sagrada que alberga dos templos en China a más de dos kilómetros de altura. Otro es la escalera Ha’ikū de la isla de O’ahu, en Hawái.
Unas simples escaleras que llevan a la cima de una montaña en la que no hay nada y que es motivo de polémica desde hace décadas. Los políticos quieren derribarlas, hay una asociación que quiere defenderlas y, mientras unos y otros se pelean, la gente con el espíritu de TikTok e Instagram se la sigue jugando al subir por la empinadísima estructura.
Segunda Guerra Mundial. Aunque pensar en la Segunda Guerra Mundial es irse directamente a los conflictos más célebres en Europa, con los Aliados luchando contra los nazis y fascistas italianos, no debemos olvidar que el Pacífico fue el otro gran escenario del conflicto. Aparte del lanzamiento de las dos bombas nucleares sobre suelo japonés o Pearl Harbor, hay numerosas historias de batallas navales o el ‘plan de los cien millones de muertos‘. También historias infames con Estados Unidos luchando contra una isla fantasma.
Para tener control sobre el Pacífico, en 1942, la Marina de los Estados Unidos empezó a construir una estación de radio en Ha’ikū. Se trataba de una instalación de alto secreto que se utilizaría para dar órdenes a las tropas desplegadas en el océano y era crucial tener cierta altura. Por eso, la Marina extendió varias antenas a lo largo del valle, que empezaron a operar en 1943. Para llegar a las alturas, los trabajadores crearon una espectacular escalera.
Stairway to Heaven. Utilizando madera, los contratistas colocaron 3.922 escalones, que se dice pronto. El valle de Ha’ikū funcionaba como un anfiteatro natural, por lo que era una localización perfecta que se usó una vez terminó la guerra. En 1950, Estados Unidos utilizó la Estación de Radio Haiky para colocar su Sistema de Navegación Omega, un sistema de radionavegación con alcance mundial y se aprovechó para remodelar las escaleras.
Se cambiaron los listones de madera por escalones de metal y rampas. Se conocieron como ‘Escalera al Cielo’ o ‘Escalera Haiku’, pero cuando Estados Unidos abandonó las instalaciones, pues… se quedaron ahí, olvidadas.
Segunda juventud. En la década de 1970, la Guardia Costera permitió el paso por ellas, pero lo cierto es que nunca fueron especialmente populares. La cosa cambió cuando la construcción apareció en un capítulo de la serie Magnum. Fue una serie muy popular en los 80 y, tras el episodio en el que aparecían las escaleras… pues claro, muchos quisieron visitar las instalaciones.
No eran unas escaleras pensadas para un tráfico demasiado alto y eso, sumado a que el paraje era peligroso y las estrechas eran bastante estrechas, llevó al cierre del sendero en 1987. No dejaban de tener un gran atractivo, por lo que, en 2003, se planteó la reapertura al público. Haría falta una remodelación que tendría un costo de 875.000 dólares, pero el proyecto no llegó a concretarse y, en su lugar, se colocaron carteles de «prohibido el paso».
Stairway to Instagram. ¿Crees que a un instagrammer le frenará un simple cartel? La respuesta es no y, si la humanidad tiene obsesión por construir en sitios altos, también está la obsesión de subirse a esos sitios. A lo largo de los años, numerosos excursionistas han subido por las escaleras, pero curiosamente no se han producido demasiados incidentes. En 2012 murió una persona debido a un infarto mientras las subía, pero realmente… no es culpa de las escaleras.
¿Atracción? Las escaleras estaban cerradas y tanto la ciudad como el condado de Honolulu no tenían intención de abrirlas al público y, en 2020, se estimó que lo mejor era derribarlas. Esto tendría un costo de un millón de dólares y si no se encontraba una solución, se procedería al derribo. Pero la ciudad tenía otra idea: ¿y si, ya que suben sin permiso, lo convertimos en algo que podamos monetizar?
La idea no duró mucho, puesto que habría que destinar un importante presupuesto a la remodelación de la escalera, por lo que tras esto (y estudiar el impacto en la calidad de vida de los residentes), se siguió adelante con el plan de demolición. Esto costaría 1,3 millones de dólares (vamos subiendo el presupuesto, y todavía no es el final, ya verás).
Mientras tanto… arrestos. Entre 2021 y 2022, algunas personas sufrieron lesiones y se dieron varios rescates, pero nunca ha habido lesiones graves ni muertes relacionadas con las escaleras. Seguían cerradas, pero a la gente le daba igual. Y la ciudad anunció en abril de este 2024 que, finalmente, las escaleras se eliminarían en un proceso que comenzaría ese mismo mes.
El presupuesto había aumentado hasta los 2,6 millones de dólares, pero aunque ya está en marcha y hay maquinaria, hay quien intenta seguir llegando a la cima. El último incidente se ha dado, precisamente, a comienzos de este mes de septiembre, con el resultado de 14 detenidos por allanamiento ilegal, algo que conlleva una multa de 1.000 dólares o hasta 30 días de cárcel.
Amigos de las escaleras Haiku. Ahora bien, el giro de la historia de las escaleras de Ha’ikū es que existe una organización que se dedica a proteger las escaleras. Friends of Hai’ku Stairs argumenta que las propias escaleras no son el atractivo turístico, sino las vistas y el propio sentimiento de superación al llegar a la cima y poder apreciar todo el valle.
De hecho, es una forma de acceso al monumento natural y afirman que «la intrusión sólo se convirtió en un problema cuando la ciudad y el condado cerraron las escaleras después de que la Guardia Costera se retirara». Su solución pasa por reabrir las escaleras con un acceso controlado, ya que es algo que permitiría gestionar la demanda de forma responsable y, además, generar fondos para pagar la seguridad, empleos para los locales e inversores.
Es decir, los Amigos de las escaleras Haiku abogan por lo mismo que quería hacer la ciudad hace unos años: convertir el sitio en un punto de visita previo pago, pero parece que la organización y el Ayuntamiento no están por la labor de entenderse.
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