Estamos construyendo muchos, muchísimos edificios. No sólo proyectos de espacios públicos, sino también de viviendas para acoger una población que no va a parar de crecer hasta, al menos, el año 2080. Será entonces cuando lleguemos al pico de 10.000 millones de personas y, claro, cuando pensamos en «construcciones», la palabra «hormigón» va de la mano. El problema es que, par conseguir hormigón, tenemos que fabricar cemento, un proceso que no sólo es muy contaminante, sino que también está acabando con las reservas de arena a nivel mundial.
Es por eso que se necesitan alternativas y hay quien las está fabricando. Por ejemplo, tenemos ladrillos de mampostería y enganches de plástico para asegurar la estructura. También, cemento fabricado con conchas. Pero puede que la solución sea la vieja confiable: la madera. Este material que llevamos usando desde hace milenios, se ha vuelto a poner de moda, pero lo cierto es que no es la misma madera que nuestros antepasados utilizaron para levantar las grandes ciudades que, en muchos casos, terminaron siendo pasto de las llamas.
Gracias a diferentes experimentos y técnicas, estamos mejorando mucho la madera y sus propiedades. Tanto que el último grito es una madera desarrollada en la Universidad de Maryland que tiene dos propiedades: contamina menos que el hormigón y ayuda a atrapar el CO₂ atmosférico.
¿Su secreto? Es transgénica.
De vuelta con la madera
Lo cierto es que la madera empezó a convertirse en una alternativa viable al hormigón hace unos años. En 2022, Estados Unidos había completado un edificio de casi 90 metros que estaba construido con pilares de madera. Se trataba de madera contralaminada -o CTL- combinada por vigas de madera laminada -o glulam- y las ventajas fueron varias. Por un lado, se redujo el tiempo de construcción en un 25%, aproximadamente. Además, no hace falta ‘vestir’ esa madera y, aproximadamente, la mitad de la estructura está al aire, lo que sirve como fachada y decoración interior.
La madera también tiene ventajas a la hora de aislar tanto del frío como del calor, pero lo más interesante es que es mucho más sostenible que el hormigón. En otras ciudades se va a seguir este ejemplo y, en ese momento, Suiza se propuso batir el récord de altura con un rascacielos de madera de 100 metros.
Y, entre factores ya comentados, ese ‘revival’ de la madera tiene que ver con las nuevas propiedades de la misma. Estamos investigando cómo hacerla tan fuerte como las aleaciones de acero y hasta se está experimentando con maderas transparentes que no sólo abaratarían costes a la hora de crear edificios con grandes ventanales, sino que serían un aislante natural. Pero parece que hay quien piensa que la madera todavía podía hacer más por nosotros.
Un ejemplo son los investigadores de la Universidad de Cambridge, que recientemente descubrieron que había árboles tremendamente eficaces a la hora de atrapar el carbono atmosférico. Gracias a su estructura interna, el ‘árbol de los tulipanes’ – Liriodendron chinense y Liriodendron tulipifera- se mostraban ideales para secuestrar el carbono. Claro, en la investigación, se ponía el foco en la importancia de este tipo de árboles para, por ejemplo, replantar bosques o zonas en ciudades que se convirtieran en auténticas trampas del CO₂.
Pero… ¿y si la madera «muerta» pudiera cumplir esa misma función y servir para construir casas a la vez que atrapa carbono? Un equipo de investigadores de la Universidad de Maryland han logrado producir una madera que es 1,5 veces más resistente que la madera natural sin tratar. A partir de la modificación genética del álamo, han podido producir madera de alto rendimiento que no necesita productos químicos ni un procesamiento con alto consumo de energía para ser más densa y con mejores propiedades que la madera estándar de álamo.
La clave la tienen Yiping Qi y Liangbing Hu, los profesores que han dirigido el proyecto. Gracias a una técnica de modificación del gen 4CL1 de los álamos, la madera resultante tenía un 12,8% menos de lignina, un compuesto que se debe eliminar mediante químicos si queremos que esa madera sea óptima para la construcción. Cumple su función en la naturaleza, ya que es un polímero que ayuda a estabilizar la estructura de las paredes celulares de las plantas para mejorar en el transporte de agua y nutrientes.
Es decir, en el proceso de obtención de madera óptima para construcción, eliminando la lignina durante el crecimiento del árbol, ya evitamos contaminar debido a los químicos empleados en las fases de acondicionamiento de la madera, pero no es la única ventaja. Como decíamos, los análisis demostraron que esta madera era más densa y más resistente a la tracción que el aluminio (concretamente, a la aleación 6061, que se usa mucho en construcción).
Y algo interesante es que los álamos transgénicos maduraron al lado de otros álamos sin modificar genéticamente a lo largo de seis meses en el invernadero. En ningún momento mostraron diferencias en la estructura o en las tasas de crecimiento. Por tanto, la nueva madera transgénica de álamo no es sólo mejor que la variante natural, sino que, al no tener que tratarla con químicos para eliminar la lignina, contaminamos menos en el proceso.
Un siguiente paso, como afirma el profesor Qi, es estudiar si se pueden obtener resultados similares en otro tipo de árboles.
Lo cierto es que cada vez más gente apoya la idea de que las ciudades del futuro se levanten en madera. Con los conocimientos que tenemos, es un material que se muestra muy interesante para ayudar en los objetivos de descarbonización. Otra cosa será que la madera utilizada no sea… bueno, como la madera que se usaba en la antigüedad.
Imágenes | NinaRundsveen, Juan Emilio Prades Bel
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