Con el temporal todavía en el horizonte, Valencia se recupera de los brutales efectos de la que ha sido su peor gota fría del siglo, un fenómeno «histórico», en palabras de la Aemet. Lo hace con un saldo de 92 fallecidos, la gran incógnita de a cuánto ascenderán los destrozos y un debate político creciente sobre si la tragedia pudo minimizarse. Se habla de la decisión de Carlos Majón de suprimir la Unidad de Emergencias. Se habla de si el sistema de aviso ES-Alert se activó tarde. Y se habla, sobre todo en redes, de embalses demolidos y el papel de las presas.
De todos los frentes abiertos, probablemente ese último, el que gira en torno a la infraestructura, es el que ha generado mayor polvareda… y también bulos.
«Menuda idea quitar presas». La frase la escribió ayer en X un usuario en respuesta a un tuit de Carlos Mazón sobre el 112. Aunque el mensaje del dirigente valenciano no tenía nada que ver con infraestructuras hidráulicas, la conversación acabó derivando en parte en esa dirección: la supuesta supresión de embalses que, censuran algunos, habrían ayudado a proteger áreas pobladas durante la DANA. El discurso no tardó en viralizarse en redes, donde se acusó al Gobierno de «demoler» cuatro pantanos pensados para contener agua durante temporales torrenciales.
¿Embalses demolidos? La crítica en realidad no es nueva. En 2023 Vox ya acusó al Ejecutivo de ostentar el «récord» a nivel europeo en «destrucción de presas y embalses». «En 2021 hasta 108 embalses destruyeron ustedes», llegó a denunciar su diputado José María Figaredo. La afirmación no es del todo correcta.
Lo que muestra en realidad la organización Dam Removal Europe es que durante los últimos años en los ríos de España se han eliminado 241 barreras, 108 en 2021 y otras 133 en 2022. La clave no es cuánto, sino qué se derriba. Al menos en 2023, cuando saltó el debate, en su inventario únicamente había cuatro presas de más de seis metros de altura. ¿Y el resto? En su gran mayoría las estructuras suprimidas eran pequeños azudes en desuso, estaciones de medición o incluso vados.
¿Qué tiene que ver eso con Valencia? Que ayer parte del debate sobre lo ocurrido en la Comunidad Valenciana volvió a escorar hacia el bulo de las presas demolidas, como refleja el tuit de respuesta a Mazón. Hasta tal punto fue así y se viralizó el discurso en redes que el Gobierno acabó enviando un comunicado para desmentir que haya demolido cuatro pantanos y embalses en la región, como se le achaca. La clave, insisten desde Transición Ecológica (Miteco) es la misma que durante la polémica de 2023: a qué nos referimos al hablar de «pantanos».
El departamento de Teresa Ribera aclara que lo que ha hecho es suprimir obstáculos fluviales. De hecho los esfuerzos se centran sobre todo en «pequeños azudes o saltos de agua de pocos metros» que ya están en desuso.
«Entre otras razones por el riesgo que suponen durante inundaciones o avenidas porque aumenta la virulencia de las mismas», insiste Miteco antes de precisar que las «únicas infraestructuras demolidas» en la provincia de Valencia a lo largo de las últimas décadas son el azud del Corindón, en 2017, en el cauce del Turia, con una altura de 1,5 metros; y los de la Ramba de L´Algoder, en 2006. El Ejecutivo recalca además que la Estrategia nacional de Restauración de Ríos, activada hace años, en 2005, resulta «fundamental» precisamente para prevenir inundaciones.
¿Sabemos algo más? Sí. La agencia Efe y El País han contactado con el Ministerio para conocer en detalle las infraestructuras que se han suprimido. El ministerio habla básicamente de azudes. El de Molí de Malanya, en Bellús, que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) derribó en 2022; el del Corindón, en el cauce del Turia, suprimido en 2017 y que apenas tenía metro y medio de altura; y otros cuatro azudes en la rambla de L´Algoder, que se suprimieron en 2006. En algunos de esos casos se encargaron de suprimirlas las propias concesionarias.
El Gobierno recalca además que el plan de restauración de ríos ayuda a evitar inundaciones y que son las alteraciones de las áreas fluviales las que agravan el problema, precisamente lo que la estrategia nacional quiere «revertir». Los datos de Dam Removal Europe muestran además que España no es el único país en el que se suprimen barreras fluviales obsoletas. Ahora mismo ni es el principal.
El año pasado se suprimieron 487 en Europa. A la cabeza se situaban Francia (156), España (95) y Suecia (81). Efe precisaque el 46% eran presas, el 36% colectores y el 12% represas. Casi el 80% no llegaban a los dos metros.
«No sirven para almacenar agua». Que hablemos de una u otra infraestructura es importante. La CHJ recuerda que un azud es «un muro construido en un río para facilitar el desvío de parte del caudal para riego y otros usos» y muchos han acabado en desuso y sin función alguna. «No sirven para almacenar agua, puesto que suelen estar colmatadas y tan solo mantienen una pequeña lámina de agua remansada aguas arriba», detalla la confederación.
Durante una entrevista reciente con la agencia Efe, Arturo Elosegui, profesor e investigador de ecología fluvial, reconoce que eliminar esa clase de barreras «no agrava las inundaciones». «Las reduce, evita que se formen tapones que fuercen el agua a salir del cauce», precisa el experto, catedrático de la Universidad del País Vasco, «solo elevan la lámina de agua, aumentando el nivel de las inundaciones».
El papel de Forata. En el caso de una presa sí se almacena y ayuda a la contención de agua en su interior. El martes por la tarde, cuando la DANA dejaba ya importantes precipitaciones en Valencia, la cuenta Embalses.net apuntaba de hecho en X el papel que estaba desempeñando el embalse de Forata, en Yátova.
«Impresionante lo que ha frenado, cumpliendo su función de laminar avenidas a la perfección”, explica Embalses.net sobre las seis de la tarde antes de deslizar un par de cifras. “Este embalse suele tener sobre 8 hm3 de entrada de agua anual, con una capacidad de solo 37 hm3. ¡En menos de tres horas han entrado casi 20 hm3!». El Mundo precisa que al frenar 37.000 millones de agua y alcanzar el 100% de su capacidad, la estructura fue crucial para evitar una tragedia mucho mayor.
«Es para esto». “En el Levante hay muchos embalses que nunca se llena. Mucha gente piensa que están mal hechos, que se pecó de optimismo… En realidad es que su dimensionamiento es para esto: para laminar las avenidas, para evitar daños y víctimas», insistía en otro tuit Ángel Gil, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos.
En un hilo de 2020 él mismo destaca como una de las grandes funciones de las presas, y también de las más desconocidas, era la laminación de avenidas. «Cuando llega una, los responsables de la explotación de las presas abren desagües antes de que llegue para almacenar mucha agua, e ir soltándola a lo largo del tiempo».
Franco y la riada de 1957. Otro de los mensajes que ha circulado a lo largo de las últimas horas es el que habla de la infraestructura heredada del franquismo y en qué medida ha ayudado a evitar una tragedia mayor en la ciudad de Valencia. «Franco tras la riada del 57 ordenó construir el nuevo cauce, junto a una serie de pantanos y embalses que contuvieran el agua de estos fenómenos», tuiteaba aye run usuario, un mensaje con 208.000 visualizaciones y compartido mil veces.
El mensaje hace referencia a la conocida como «Gran Riada de Valencia», que sacudió la ciudad hace más de 60 años, el 14 de octubre de 1957, cuando un fuerte temporal hizo que el Turia se desbordase a su paso por la urbe valenciana.
El balance fue trágico. Se habla de al menos 80 fallecidos, aunque hay quien sitúa el balance total muy por encima, además de la destrucción de viviendas y negocios. La riada arrastró un barrio de chabolas y el puente de Campanar. El estrago fue de tal magnitud que el Régimen decidió que era necesario desviar el cauce del Turia para evitar que pasase por el centro de Valencia. En 1962 se aprobó el proyecto de lo que acabaría conociéndose como Plan Sur, una obra que duró 13 años con una inversión ingente. Se estima que hoy superaría los 4.000 millones de euros.
¿Qué es el Plan Sur? El proyecto también se conoce como Nuevo Cauce del Turia, un nombre que da una pista clara de su propósito. Su propósito era desviar el río con una zanja de alrededor de 12 kilómetros de largo y 200 de ancho. Como recuerdan desde Aguas de Valencia, se pensó para desaguar 5.000 metros cúbicos por segundo en una nueva desembocadura situada tres kilómetros al sur de la que existía. Su impacto en el urbanismo de la ciudad fue además notable.
En X circulan fotos en las que se puede apreciar como el nuevo cauce aumentó de forma sorprendente en cuestión de unas horas. También comentarios que destacan cómo el nuevo trazado sirvió de barrera para el agua y ayudó a evitar que el martes los estragos fuesen mayores en la capital valenciana. «Desde luego el cauce del Plan Sur nos ha ayudado», explica a El Confidencial Nahúm Méndez, geólogo.
«Hay que tener en cuenta que el Turia, a su paso por la ciudad, discurría estrangulado, entre edificios y otras barreras arquitectónicas. El nuevo cauce tiene una capacidad de desagüe de 5.000 m3 por segundo o, lo que es lo mismo, es capaz de dar salida a dos piscinas olímpicas cada segundo. Sin la obra, la situación habría sido mucho peor», insiste Méndez. La historia del plan tiene también claroscuros. El principal quizás es que quedó incompleto al no ejecutarse el pantano de Vilamarxant, reclamado en varias ocasiones en las décadas siguientes.
Imágenes | UME (X) y Confederación Hidrográfica del Júcar (X)
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