La presión es máxima. El objetivo de la NASA de volver a lanzar humanos a la Luna con las misiones Artemis a partir de 2025 ya no solo enfrenta rumores de retrasos. Ahora se habla incluso de una posible cancelación del cohete SLS. Todo esto mientras la NASA guarda silencio sobre los problemas de la nave Orión.
Rumores de cancelación del SLS. El periodista Eric Berger, conocido por sus revelaciones sobre el sector aeroespacial, ha generado un revuelo fuera de lo común esta noche publicando que, si bien la NASA está lejos de una decisión, ahora mismo hay un 50% de posibilidades de que el programa SLS se cancele.
En su perfil de X, Berger aclaró que estos rumores no se refieren a versiones futuras del lanzador, como el SLS Block 1B y el SLS Block 2, sino a todo el desarrollo del cohete, liderado por Boeing. Según Berger, «hay otras formas de llevar la Orión a la Luna», refiriéndose a los cohetes del sector privado que podrían lanzar la nave tripulada de las misiones Artemis.
Un sumidero de dinero público. La cancelación del SLS no sería solo una decisión técnica, sino también política y económica. El programa ha estado plagado de sobrecostes y retrasos desde su inicio.
Aunque solo ha volado una vez, en la misión sin tripulación Artemis I, se estima que cada lanzamiento del cohete cuesta alrededor de 4.100 millones de dólares; sin incluir los gastos de desarrollo, que podrían alcanzar un coste acumulado de 93.000 millones de dólares para 2025.
Prácticas financieras cuestionables. Más allá de las cifras, el programa SLS ha enfrentado críticas por su cuestionable gestión financiera. Un ejemplo perfecto es el coste de los motores RS-25 de Rocketdyne, desarrollados originalmente en los años 70 para el transbordador espacial.
La NASA ya había financiado el desarrollo del RS-25 pagando 40 millones de dólares por cada uno de los 46 motores reutilizables de la época del transbordador espacial. Aun así, ha tenido que desembolsar 146 millones de dólares por cada RS-25 de la etapa central del SLS.
Los contratos cost-plus, en los que la NASA asume los sobrecostes de sus contratistas, son señalados a menudo como parte del problema. El caso paradigmático es la torre de lanzamiento móvil ML-2 para futuras versiones del cohete SLS. Inicialmente presupuestada en 383 millones de dólares con una fecha de entrega en 2023, está prevista para 2027 con un coste estimado de 2.700 millones de dólares.
Cuál es la alternativa. Los expertos que abogan por una reevaluación del programa Artemis sugieren un enfoque similar al programa de vuelos comerciales a la Estación Espacial Internacional: contratos de precio fijo y una colaboración más abierta de la NASA con empresas privadas que ofrezcan soluciones modernas y más rentables.
Berger ha mencionado la posibilidad de lanzar la nave espacial Orión utilizando un cohete comercial como el Falcon Heavy de SpaceX, y lanzando por separado una etapa Centaur V de United Launch Alliance. Otra opción sería usar directamente el cohete Vulcan de ULA.
Problemas técnicos y hermetismo. Más allá de los aspectos financieros y políticos del programa, los desafíos técnicos amenazan con retrasar aún más las misiones Artemis. Se ha hablado de un probable retraso de Starship, pero el problema más urgente que enfrenta la NASA es el desgaste inesperado que sufrió el escudo térmico de la nave espacial Orión durante la reentrada atmosférica de la misión Artemis I.
Este hallazgo ha obligado a reconsiderar el diseño del escudo para garantizar la seguridad de los astronautas del programa Artemis, que volarán por primera vez a la Luna durante la misión sin alunizaje Artemis II, programada actualmente para septiembre de 2025.
Aunque la fecha se aproxima, la NASA mantiene un inquietante hermetismo sobre la naturaleza exacta del problema. La agencia ha aclarado que sigue realizando pruebas para mitigar la erosión en próximos vuelos, pero los detalles específicos de estas pruebas no han sido revelados.
El auditor de la NASA está de acuerdo. La situación actual del cohete SLS y del programa Artemis en general refleja un problema más profundos relacionado con la influencia política en proyectos espaciales. Particularmente de los lobbies de grandes empresas que consiguen los contratos jugosos. Contratos que no siempre favorecen la eficiencia técnica o económica.
Todos estos problemas han generado preocupación no solo dentro de la NASA, sino también entre sus auditores gubernamentales. El último informe del Inspector General de la NASA señala estos aspectos y espera retrasos significativos en el programa Artemis.
Imagen | NASA Kennedy (CC BY-NC-ND 2.0)