Rusia no está exenta de ese “mal” endémico de una gran parte de las naciones del planeta: su población envejece mientras caen los índices de natalidad. Con una salvedad: la nación está metida de llena en una guerra, por lo que la situación es un poco más grave, si cabe. A grandes males, grandes soluciones distópicas. Si esta semana supimos de la propuesta en Japón para prohibir que las mujeres de más de 25 años se casen, Rusia recoge “el guante” aprobando una ley inclasificable.
Contexto y motivación rusa. La Duma Estatal de Rusia ha aprobado por unanimidad una ley que prohíbe la llamada «propaganda child-free» (de vida “sin hijos”), en un intento por aumentar la tasa de natalidad en declive. El movimiento surge después de que los datos oficiales mostraran los índices de natalidad más bajos de la nación en 25 años, lo cual el Kremlin ha descrito como «catastrófico» para el futuro del país, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania que ha incrementado las tasas de mortalidad.
Los valores. A este respecto, el presidente Putin, que promueve los «valores tradicionales» como contraparte a lo que considera una decadencia de Occidente, ha incentivado a las mujeres a tener al menos tres hijos para asegurar la continuidad del pueblo ruso.
A pesar de incentivos financieros y otras políticas de estímulo, el gobierno siente la necesidad de restringir mensajes que, según ellos, desincentivan la maternidad. Dicho todo de otra forma sencilla: a una mujer, por ejemplo, se le prohíbe expresar por ley, ya sea de manera pública o privada, si quiere no tener hijos.
La “nueva” ley. La nueva legislación, ampliamente apoyada por el Kremlin, tipifica la prohibición de cualquier forma de “propaganda” que presente la elección de no tener hijos como atractiva, incluidos en medios, internet, películas y/o publicidad. Las multas por incumplimiento pueden llegar hasta los 4.000 dólares al cambio para personas individuales, y hasta 50.000 dólares para entidades legales. Una ley que además se suma a otras restricciones en Rusia, como las prohibiciones a la promoción de «estilos de vida no tradicionales» y contenidos críticos con el conflicto en Ucrania.
Preocupaciones. Según ha explicado Dmitri S. Peskov, portavoz del Kremlin, la demografía es un desafío clave para Rusia y es necesario tomar todas las medidas posibles para aumentar la natalidad. De fondo, unos datos que no engañan: desde 2016, las muertes han superado a los nacimientos en Rusia, y aunque la migración ha ayudado a mantener la población estable, el número de inmigrantes ha disminuido debido al endurecimiento hacia los trabajadores migrantes y a la caída de los salarios.
La pandemia y ahora la guerra en Ucrania han agravado aún más el problema, con hasta 150.000 soldados rusos muertos según estimaciones.
Cifras y perspectivas. Durante el primer semestre de 2024, Rusia registró 599.600 nacimientos, es decir, 16.000 menos que en el mismo periodo de 2023 y la cifra más baja desde 1999. Además, las muertes aumentaron en 49.000, aunque por otro lado la inmigración creció un 20%. Según estimaciones de la CIA, Rusia se encontraría en estos momentos entre los 40 países con menor tasa de natalidad en 2023.
Qué duda cabe, muchas mujeres rusas cuestionan que la solución al problema de la natalidad pase por una restricción de la «propaganda child-free». En muchos casos señalan que la falta de recursos financieros y la inseguridad económica son los verdaderos motivos detrás de la decisión de muchas personas de no tener hijos. Casos como el Alina Rzhanova, de Yaroslavl, que enfatiza que «la gente quiere hijos, pero no hay dinero». Yana, una mujer en Moscú que optó por no tener hijos, también argumenta que garantizar condiciones de vida decentes y asequibles sería más efectivo que imponer prohibiciones.
Un caldo de cultivo. De fondo, y como apuntan en el New York Times, es muy posible que Rusia utilice esta ley, al menos en parte, para alinearse ideológicamente contra Occidente. De hecho, Vyacheslav Volodin, jefe de la Duma, afirmó que «la política occidental hacia los niños ha sido desastrosa» y enfatizó la necesidad de criar a las nuevas generaciones en valores familiares tradicionales.
Sea como fuere, los expertos cuestionan la efectividad de esta medida para aumentar la natalidad. El demógrafo Alexey Raksha afirmaba que esta prohibición no influirá en la tasa de nacimientos de Rusia y que se trata más de una decisión política que demográfica. Según encuestas de 2022, solo el 2.4% de las mujeres rusas y el 3.5% de los hombres expresaron no querer tener hijos. Para el analista político Ilya Grashchenkov, el gobierno utiliza estas leyes para reforzar su compromiso con los valores tradicionales al contrastarlos con los de Occidente.
En definitiva, parece meridianamente claro que la nueva ley refleja la insistencia del gobierno en reforzar esos valores familiares tradicionales como un pilar de la identidad rusa. Sin embargo, y como ha ocurrido en tantos otros países donde la natalidad ha adquirido la connotación de crisis, es posible que el verdadero impulso demográfico se encuentre en otro lado, como en la mejora de las condiciones de vida que reflejaban las mujeres, en lugar de imponer sanciones o censurar opciones de vida alternativas más propias de la ciencia ficción.
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