Que las relaciones entre Pyongyang y Seúl no pasan por su mejor momento no es ninguna novedad. A principios de año el líder norcoreano, Kim Jon-un, prometió retirar un gran monumento dedicado a la reunificación de la Península de Corea y se refirió a su vecino del sur como el «principal enemigo» de la nación. Sin medias tintas ni paños calientes. Desde entonces la situación no ha mejorado, con cruces de amenazas subidas de tono y el refuerzo de la frontera entre ambos países.
En esa escalada de tensión hay sin embargo dos protagonistas tan inesperados como peculiares: globos cargados de basura y drones panfletarios. Quizás parezcan una extravagancia menor, pero han enrarecido (todavía más) las ya de por sí convulsas relaciones entre los Gobiernos de Corea del Norte y del Sur.
¿Qué ha pasado? Que el complicado tablero político que es hoy en día la Península de Corea se ha agitado (aún más) por dos protagonistas peculiares. Globos. Y drones. Globos con basura y drones panfletarios, para ser precisos.
Más que los detonantes de la escalada de tensión entre Pyongyang y Seúl son su resultado pero eso no quita que estén jugando un papel crucial en las relaciones entre ambos países. Para entenderlo es mejor empezar por el final, por cómo el Gobierno de Kim Jong-un acaba de lanzar una rotunda amenaza a su vecino del sur a cuenta de unos cuantos folletos y drones de origen desconocido.
Pyongyang bajo drones. A principios de octubre, el jueves 3, las autoridades norcoreanas detectaron sobre Pyongyang al menos un dron cargado con folletos. Algo similar volvió a ocurrir hace unos días. Al menos según los datos divulgados por el Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), nombre oficial del país gobernado por Kim Jong-un. Más que por los drones en sí, el incidente desató la furia del régimen por su contexto.
«Rumores incendiarios». Las autoridades de la RPDC están convencidas de que los drones proceden de Corea del Sur y denuncian que lo que transportaban eran folletos políticos, repletos de «rumores incendiarios y basura» contra el férreo régimen de Kim Jong-un. Así lo sostiene la agencia de noticias estatal norcoreana KCNA. Resultado: el Gobierno, poco dado a las críticas hacia la dinastía Kim que gobierna el país y fomenta el culto al líder, reaccionó con virulencia.
«No nos preocupa quién es la principal fuerza que causó el reciente incidente con drones ni sus autores», advirtió la hermana del líder norcoreana, la influyente Kim Yo-jong, y advirtió: «Tomaremos una fuerte medida de represalia en consecuencia, sin tener en cuenta los elementos, en caso de que drones que llevan basura política contra la RPDC desde la República de Corea a través de la frontera se infiltren en el cielo de la RPC». Por si el mensaje no quedase claro, Yo-jong advirtió a Seúl que se enfrentará a un «horrible desastre» si Pyongyang vuelve a amanecer bajo drones.
«Un ataque militar». Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores fueron más allá y llegaron a advertir que la violación del espacio aéreo de la capital norcoreana «podría considerarse un ataque militar» en toda regla. Las autoridades de Corea del Sur no tardaron en reaccionar. Aunque para marcar distancias con lo ocurrido.
Su titular de Defensa aseguró que Corea del Sur no había sobrevolado Pyongyang con drones, aunque sin aclarar si se refería exclusivamente a aparatos del ejército o también a dispositivos operados por ciudadanos surcoreanos. Más tarde el Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur reconoció que no podía aclarar si las acusaciones de su vecino del norte eran o no ciertas, pero sí le envió un mensaje: «Moderación».
Cuestión de drones… y globos. Lo cierto es que los supuestos drones surcoreanos no son el único dispositivo polémico que ha sobrevolado la frontera de las dos Coreas a lo largo de las últimas semanas. Desde mayo Seúl ha recibido más de 5.500 globos cargados de basura, hinchables que en algunos casos han incluido estiércol o incluso temporizadores. Esa peculiar «lluvia» empezó en mayo y las autoridades surcoreanas tienen claro quién está detrás: Kim Jong-un.
«Acciones militares decisivas». Con el tiempo los «globos basura» han dejado de ser una anécdota para convertirse en un auténtico dolor de cabeza para Seúl. Ya han provocado algún incendio, han llegado a edificios gubernamentales y en el país sobrevuela el temor a que algún día puedan contener algo más que papeles sucios, como sustancias radiactivas o patógenos. En Seúl se plantean frenarlos con drones y VTOL y no han dudado en enviar un mensaje igual de contundente a Pyongyang: si uno de esos globos mata a alguien el país no dudará en actuar en consecuencia.
«Tomará acciones militares decisivas si los globos llenos de basura de Corea del Norte suponen una amenaza grave para la seguridad o se consideran que han cruzado una línea», zanjaba tajante el Estado Mayor Conjunto del país.
La historia se complica (mucho más). En realidad la historia es algo más complicada. Ni los drones ni los globos son nuevos. E irónicamente hay motivos para pensar que ni todos los globos han sido norcoreanos ni todos los drones de Corea del Sur. Se sabe que hay activistas que han enviado globos a Corea del Norte desde el lado sur de la frontera, aunque en vez de basura cargan panfletos políticos contra Kim Jong-un, billetes de dólar y memorias USB con música K-pop.
En cuanto a los drones, a lo largo de los últimos años Seúl también ha acusado a Corea del Norte de sobrevolar su espacio aéreo con drones. De hecho a finales de 2022 el Gobierno surcoreano desplegó aviones de combate tras detectar cinco aparatos que identificó como norcoreanos sobre los tejados del área de Seúl.
Y llegaron los altavoces. Por si el escenario no fuera lo suficientemente complejo ya de por sí, las autoridades surcoreanas han recuperado una vieja herramienta para responder a los “globos basura” de Kim Jong-un: altavoces. Grandes y potentes. A través de dispositivos situados en la frontera Seúl emite mensajes propagandísticos o K-pop. De nuevo no es una táctica nueva. Seúl ya lo había hecho hace años, en lo que la expresidenta surcoreana Park Geun-hye definió en 2016 como una «forma efectiva de guerra psicológica».
Reventando carreteras. Con ese telón de fondo, la tensión entre ambas naciones sigue agravándose. Tanto, que Corea del Norte acaba de hacer saltar por los aires partes de dos de sus principales carreteras de conexión con el país del sur. El movimiento tiene más de simbólico que de fáctico, ya que ambas Coreas están separadas por una frontera fortificada, pero envía un mensaje claro a su vecino. El ejército de Corea del Sur ya ha lanzado tiros de advertencia cerca de la frontera.
Imágenes | 李 季霖 (Flickr) y Daniel Bernard (Unsplash)