Desde hace tiempos los arqueólogos observan las tazas de Bes, pequeños cuencos que imitan la cabeza de una antigua deidad protectora egipcia, con una mezcla de fascinación, asombro y misterio. No conservamos demasiadas. Y las que sí tenemos en museos y depósitos están rodeadas de incógnitas. ¿Para qué las utilizaban los egipcios hace 2.000 años? ¿Se usaban en el día a día, en los hogares, o se reservaban para rituales especiales? Y sobre todo, ¿qué diantres bebían en ellas, si se tiene en cuenta que hemos encontrado ejemplares particularmente pequeños?
Un equipo de investigadores acaba de arrojar luz sobre todas esas cuestiones. Y de paso nos ha revelado algo fascinante: cómo (y con qué) se embriagaban los egipcios durante sus ceremonias.
¿Para qué sirve esta taza? Desde hace tiempo los egiptólogos se plantean esa pregunta cuando ven una taza de Bes, llamadas así porque están decoradas con la cabeza de Bes, una deidad de la mitología egipcia a la que se adoraba como guardián y por su influjo en la fertilidad o la curación.
No se conservan muchos de estos recipientes; pero los que sí tenemos, como uno donado al Museo de Arte de Tampa en 1984, plantean algunas incógnitas. Entre otras razones porque se han encontrado en contextos muy diferentes, lo que complicaba deducir cuál era su papel en la sociedad del antiguo Egipto.
De las especulaciones… «Durante mucho tiempo, los egiptólogos han estado especulando sobre cuáles podrían haber sido los usos de las tazas con la cabeza de Bes y para qué tipo de bebidas, como agua sagrada, leche, vino o cerveza», explica Branko van Oppen, conservador de arte griego y romano del Museo de Arte de Tampa.
Por no saber, los expertos no sabían siquiera a ciencia cierta si los cuencos se usaban como simples vasos, en los hogares, o se reservaban para ocasiones especiales, como ceremonias o rituales mágicos.
… Al análisis científico. Los egiptólogos tenían varias teorías al respecto, pero ha sido un estudio recién publicado en Scientific Reports en el que realmente ha arrojado luz sobre las misteriosas tazas de la deidad Bes. Y lo ha hecho con ayuda de un minucioso análisis científico y la pieza que se conserva en Tampa, una taza de Bes de 2.000 años de antigüedad.
La táctica que han seguido es relativamente sencilla, al menos sobre el papel: los autores del artículo rasparon el interior del cuenco para tomar muestras, las prepararon y las estudiaron combinando diferentes técnicas analíticas para conocer su composición, incluidos exámenes químicos y de ADN. En el proceso participaron expertos de las universidades del Sur de Florida, Triestey Milán.
Un cóctel embriagador… e inesperado. Los resultados nos hablan en concreto de la taza conservada en el museo de Tampa, pero son fascinantes. Por lo que nos dice de estos cuencos y de los propios egipcios y sus ceremonias rituales.
El pequeño tamaño del recipiente, de 4,5 cm de alto y con capacidad para apenas 125 ml, ya había llevado a los arqueólogos a suponer que se empleaba para brebajes potentes —algo así como nuestros vasos de chupito—; pero sus análisis superan las expectativas. ¿El motivo? El equipo ha descubierto que en su día la taza contuvo un cóctel elaborado con una receta ante la que es muy difícil no arquear la ceja.
¿Y cuál es esa receta? El análisis reveló básicamente cuatro sustancias: una base alcohólica, aromatizantes, fluidos corporales humanos y medicinas y drogas psicodélicas. La CNN va más allá y sugiere que como compuesto base probablemente se usó la cerveza o el vino, cuyo sabor pudo alterarse añadiéndole miel, jalea real, sésamo, piñones, regaliz o uvas, un ingrediente que daría al cóctel la apariencia de la sangre. Por si eso fuera poco, la receta se completaba con nenúfar azul egipcio y ruda siria, plantas con propiedades alucinógenas, medicinales y sedantes.
Hay más. Entre los vegetales identificados habría también Cleome, conocida por sus propiedades para inducir el parto o incluso producir abortos, si se consume en grandes cantidades. El otro ingrediente de la mezcla, probablemente el más fascinante, son los «fluidos corporales». ¿Cuáles? El estudio apunta a una mezcla de sangre, leche materna y mucosidad, categoría esta última que podría incluir tanto segregaciones de la vagina, la nariz o saliva. Los investigadores creen que se añadió a propósito.
Abriendo puertas. «No existe ninguna investigación que haya descubierto lo que encontramos en este estudio», reivindica Davide Tanasi, profesor de la USF y uno de los autores de la investigación publicada en Scientific Reports. «Por primera vez, pudimos identificar todas las firmas químicas de los componentes del brebaje líquido contenido en la taza Bes del Museo de Arte de Tampa, incluidas las plantas utilizadas por los egipcios, todas las cuales tienen propiedades psicotrópicas y medicinales».
Desde la USF se reivindica además que nunca antes se habían encontrado restos de alucinógenos dentro de una taza egipcia, lo que confirma mitos antiguos sobre sus rituales y referencias escritas.
Pero… ¿Para qué se usaban? Aclarado su contenido, la siguiente gran pregunta es evidente: ¿Para qué se usaba? ¿En qué circunstancias ingerían los egipcios ese peculiar cóctel a base de alcohol, hierbas alucinógenas y medicinales y fluidos? Tanasi sugiere que el brebaje tenía un uso muy específico y se empleaba en rituales mágicos con resonancias mitológicas, «probablemente para la fertilidad», deslizan desde la universidad de Florida.
Van Oppen reivindica también el valor del estudio para conocer más detalles sobre los rituales mágicos del período grecorromano de Egipto. Sobre todo los relacionados con Bes.
«Los egiptólogos creen que la gente visitaba las llamadas cámaras de Bes en Saqqara cuando deseaban confirmar un embarazo exitoso porque los embarazos en el mundo antiguo estaban plagados de peligros», reflexiona el conservador. «Por lo tanto, esta combinación de ingredientes puede haber sido usada en un ritual mágico para inducir visiones oníricas en el contexto de este peligroso período de parto».
«Nos sorprendió». «Nos sorprendió la compleja receta del brebaje y nos sorprendió el descubrimiento de fluidos humanos que añadían un nuevo ángulo mágico-religioso», concuerda Tanasi. «Las sustancias identificadas probablemente habrían inducido visiones oníricas, estados meditativos y posiblemente euforia».
Queda ahora la incógnita de qué nos puedan mostrar en el futuro nuevos estudios y análisis de jarrones de Bes, lo que entre otras cuestiones permitiría confirmar si las conclusiones obtenidas por el equipo con la pieza de Tampa se corresponde a prácticas generalizadas.