Por aquí adoramos todas las series de animación de Batman (incluida la muy reciente de Prime Video), pero ninguna tanto como la legendaria ‘Batman: La serie animada’ con la que Bruce Timm agarró las tendencias goticoides que empapaban las recientes películas de Tim Burton y la reformulación que el personaje estaba viviendo en los cómics y le dio un baño de cara absolutamente radical e hiperestilizado.
Esa estética nunca antes vista, y que bebía tanto del cine expresionista como del tono más adulto y oscuro que desde la revolución de Frank Miller en los cómics había dado la vuelta al personaje, también se plasmó en la forma de crear los propios dibujos. Una de las formas más originales de conseguir que Gotham fuera una ciudad realmente crepuscular y temible fue haciendo que los dibujantes llevaran a cabo su trabajo en hojas negras.
Esta idea del co-creador de la serie, Eric Radomski, daba una atmósfera extra de tenebrismo a las ilustraciones, ahogadas en negros y donde Batman se podía mover como pez en el agua, oculto en las sombras. Y esta decisión le sentó estupendamente al diseño de Gotham que exhibe la serie, donde se acentuaba aún más esa delirante mezcla de ciudad medieval llena de fortalezas colosales y urbe del futuro claramente influída por películas como ‘Metrópolis’.
La decisión también tenía algo de práctico: como la mayoría de las secuencias de la serie transcurrían de noche, aligeraba tremendamente los tiempos de realización, ya que a menudo los dibujantes solo tenían que delinear una silueta o unos ojos que refulgían en la oscuridad. El resultado, que puedes ver en Prime Video, no ostenta por casualidad el mérito de ser una de las series más atmosféricas y cuidadas sobre el héroe de Gotham.
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